Análisis basado en las ideas de Andrés Hatum, aplicadas al contexto empresarial latinoamericano
“El problema no es tener un mal jefe, es naturalizarlo”
Durante su participación en el Forbes Summit, el profesor e investigador Andrés Hatum abordó con claridad el fenómeno del liderazgo tóxico: “El 80 % de la gente que se va de una empresa lo hace por un jefe, no por la compañía”. Para muchos, el verdadero obstáculo para crecer profesionalmente no está en el mercado, sino en la oficina de al lado.
En América Latina, donde las estructuras jerárquicas siguen siendo dominantes y el liderazgo suele confundirse con control, esta afirmación tiene implicaciones profundas.
¿Por qué este problema persiste?
Según un estudio de Gallup, el 70 % del compromiso de un empleado depende directamente de su jefe inmediato. Si ese vínculo es tóxico, los efectos son inevitables: rotación, apatía, pérdida de innovación y fuga de talento clave. Andrés Hatum advierte que la falta de formación en liderazgo humano, la ausencia de feedback efectivo y el miedo institucional al conflicto perpetúan estos estilos nocivos.
Tres señales que no debes normalizar
1. Microgestión constante: no se delega, se fiscaliza.
2. Comunicación pasivo-agresiva: sarcasmo, silencios punitivos o mensajes fuera del horario laboral.
3. Falta de empatía o de escucha activa: decisiones unilaterales que desmotivan y fragmentan.
Estos comportamientos, según Hatum, son el resultado de líderes que no se conocen a sí mismos ni saben leer el impacto de sus acciones.
¿Cómo sobrevivir sin renunciar (todavía)?
Podremos adaptar las enseñanzas de Hatum a nuestra realidad regional con tres pasos:
1. Diagnóstico personal y organizacional
Reconocer que estás en un entorno tóxico no es debilidad, es madurez profesional. Llevar un registro objetivo de episodios clave puede ayudarte a decidir cómo actuar.
2. Construcción de microredes de apoyo
Andrés Hatum sugiere no enfrentarse solo al problema. Identificar aliados dentro del equipo o fuera del área directa puede ser clave para manejar la presión sin aislamiento.
3. Feedback estratégico
No se trata de atacar, sino de exponer con claridad cómo ciertos comportamientos impactan tu desempeño y motivación. El “feedback hacia arriba” bien formulado puede abrir caminos antes impensados.
Liderar con inteligencia emocional no es una moda: es una urgencia
Las organizaciones que siguen tolerando jefes que gritan, ignoran o manipulan, tarde o temprano lo pagan con fuga de talento, reputación dañada y pérdida de competitividad.
Para Hatum, la solución no pasa solo por recursos humanos, sino por una nueva cultura de liderazgo: más empática, más abierta, más consciente.
Fuente: Forbes Argentina

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