✍️ Por Ariel Rosas
La reciente decisión de la multinacional bananera Chiquita Brands de despedir a aproximadamente 5.000 trabajadores en la provincia de Bocas del Toro, Panamá, ha encendido las alarmas sobre la estabilidad económica y social de la región. La medida, tomada tras una huelga que se extendió por más de tres semanas, no solo deja sin empleo a miles de personas, sino que también expone la vulnerabilidad de las economías locales que dependen de un solo sector productivo.
El gobierno de Panamá declaró estado de emergencia en la provincia para atender los efectos inmediatos de la salida de la empresa. Según cifras reportadas por Chiquita, la paralización de labores desde el 28 de abril de 2025 generó pérdidas de al menos 75 millones de dólares, un golpe significativo para las finanzas de la compañía y para la economía local.
Consecuencias directas para la economía local
La provincia de Bocas del Toro ha dependido históricamente de la producción bananera como motor económico. Los despidos masivos no solo afectan a los trabajadores y sus familias, sino también a las pequeñas empresas y servicios que giran alrededor de esta actividad: proveedores locales, transporte, alimentación y comercios que veían en la planta de Chiquita un cliente constante.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, declaró ilegal la huelga y responsabilizó al líder sindical Francisco Smith por los daños económicos en la región. “Si continúan las huelgas, podrían perderse más empleos”, advirtió Mulino en declaraciones recientes. Su postura refleja la presión que enfrentan las autoridades para evitar un impacto más profundo en la economía regional.
Un legado controversial y persistente
La salida de Chiquita también revive recuerdos de un pasado complicado. La empresa es heredera de la United Fruit Company, una firma con una influencia decisiva en la política y la economía de América Latina durante gran parte del siglo XX. Eventos históricos como la masacre de las bananeras en Colombia en 1928 y el golpe de Estado en Guatemala en 1954, impulsados por los intereses de la United Fruit, subrayan la compleja relación entre estas compañías y las comunidades donde operan.
Aunque las circunstancias actuales son distintas, el trasfondo recuerda la dependencia estructural que se crea cuando una sola industria domina el empleo y las oportunidades en una región.
El desafío de construir un modelo más resiliente
La salida de Chiquita de Bocas del Toro deja una lección clara para las autoridades y los líderes locales: la necesidad urgente de diversificar la economía y fortalecer la resiliencia de las comunidades.
Especialistas advierten que modelos económicos basados en un solo actor o industria exponen a las comunidades a riesgos elevados. Sin alternativas productivas o planes de contingencia claros, la pérdida de un gran empleador puede traducirse en crisis sociales prolongadas y pérdida de capital humano.
Perspectivas a corto plazo
La situación actual obliga a repensar las políticas públicas y las estrategias empresariales en regiones como Bocas del Toro. Además de la ayuda inmediata para las familias afectadas, el desafío está en fomentar inversiones que generen nuevas oportunidades y fortalezcan la economía local.
El retiro de Chiquita, aunque representa una decisión empresarial, deja en evidencia la fragilidad de un modelo económico que no ha logrado diversificarse con suficiente rapidez. Para Panamá, la prioridad será equilibrar el corto plazo —con medidas de alivio— y el largo plazo —con políticas de desarrollo inclusivas—.
📚 Fuente: DW Español
✍️ Ariel Rosas

No hay comentarios.:
Publicar un comentario